lunes, 26 de septiembre de 2016

JOSÉ MANUEL AGOSTO MÉNDEZ // Carlos Alarico Gómez


Un médico de excepción

             La obra del galeno y poeta guayanés José Manuel Agosto Méndez comenzó a hacerse sentir desde que obtuvo su título de médico en la Universidad Central de Venezuela en 1894, iniciando una labor caracterizada por una actitud altruista en favor de sus pacientes en Ciudad Bolívar, lugar donde nació el 9 de julio de 1871, convirtiendo su profesión en un apostolado.
             Este destacado médico se convirtió también en uno de los más notables poetas de su región, lo que le valió ser ponderado por la crítica especializada como un notable representante de modernismo en la lírica venezolana, debido a su expresión firme y al ritmo de sus versos. Entre sus más bellos aportes fue autor de un hermoso poema sobre Guayana, el cual alcanzó tanta popularidad en la región que el presidente de esa entidad federal, Arístides Tellería, lo decretó letra del Himno del Estado Bolívar en el año 1910. En una de las estrofas de esa bella creación, el poeta Agosto Méndez expresa:
¡Guayana! Santuario de música llena,
que brindas al alma contento y solaz,
permitan los hados que siempre en tu seno
sus rosas y mirtos deshojen la paz.
           La decisión del presidente del Estado Bolívar sobre el Himno fue acogida con agrado por el pueblo guayanés y, sobre todo por los poetas de la región, como el caso de Jean Aristeigueta, Alarico Gómez y Elías Inaty. Además, el doctor Agosto Méndez también se destacó como periodista, publicando numerosos trabajos como colaborador de "El Cojo Ilustrado" y “El Luchador”. Fue Director de la "Gaceta Médica" de Ciudad Bolívar y de la Revista "Horizontes" y, además, ejerció la docencia como profesor del Colegio Federal de Ciudad Bolívar.
          Agosto Méndez fue miembro de la Junta “Apoteosis del general Antonio Paredes” y le correspondió acompañar los restos mortales de ese joven militar durante su traslado a Caracas en 1909, una vez que la Corte Suprema de Justicia (hoy Tribunal Supremo) decidiera abrirle juicio por asesinato al presidente Cipriano Castro, responsable de ordenar el fusilamiento del general Paredes, la cual se llevó a cabo a bordo del buque “El Socorro” frente a la población de Barrancas del Orinoco el 15 de febrero de 1907.
          También se dedicó al servicio público en su ciudad natal y formó parte de las comisiones de Sanidad y Educación, que fueron designadas por el Congreso de Municipalidades celebrado en 1911 para conmemorar el primer centenario de la Independencia de Venezuela.
           Este venezolano excepcional fue electo Diputado, pero solamente aceptó hacerlo en calidad de suplente para el período 1919-1921, ya que su responsabilidad como médico no le permitía ausentarse de la ciudad por mucho tiempo. Posteriormente fue electo Senador, pero también en esa oportunidad puso la misma condición y actuó como suplente durante los períodos de 1921-1924 y 1924-1927.  
          Es de hacer notar que jamás tuvo bienes de fortuna y por lo tanto no pudo adquirir casa familiar, lo que trató de ser subsanado por la Asamblea Legislativa del Estado Bolívar, de la que había sido presidente, quien decidió pedirle a la ciudadanía que aportara lo que pudiese para regalarle una casa a ese hombre extraordinario, que tanto bien le había hecho a sus habitantes. La suscripción popular tuvo éxito -como era de suponer- y le empezaron a construir la casa para que allí pudiera celebrar sus bodas de oro profesionales. Lamentablemente, el doctor Agosto enfermó gravemente y falleció en Ciudad Bolívar -antes de que se concluyera la obra- el miércoles 9 de febrero del año 1944.  En la nota de duelo que apareció publicada en el diario “El Luchador” decía que: “Murió pobre, sin casa propia”, pero debió haberse aclarado que esa pobreza se debió a que fue un médico humanitario, que usaba sus ganancias para socorrer al necesitado. En cambio, fue rico en amistades y en el aprecio popular, además de excelente poeta y buen escritor.
           Ciertamente, pudo haberse hecho rico en pocos años para vivir con esplendor, pero prefirió dedicarse al servicio público, honrando a su tierra nativa con su esclarecido talento, sus virtudes ciudadanas y su abnegada labor profesional.
          Su sepelio fue un día de duelo en Ciudad Bolívar. La población se volcó en las calles para acompañarlo en su jornada final. Fue velado en el Liceo Fernando Peñalver, donde el doctor José Gabriel Machado pronunció la oración fúnebre. Luego lo llevaron a la plaza Miranda, donde José Luis Aristeguieta, cuñado del finado, habló en nombre de la familia; en tanto que el doctor Lino Maradey lo hizo en representación del gremio médico y Adán Blanco Ledezma lo hizo en representación de profesores y estudiantes. Todos coincidieron en que “Lo importante no es deplorar su pérdida sino recoger su ejemplo y proyectarlo”.
           Al saber su deceso, el escritor guayanés Manuel Alfredo Rodríguez,  escribió una semblanza en la cual expresaba: “Me parece ver su estampa de hidalgo, andar y desandar las calles de Ciudad Bolívar en las visitas a sus enfermos. Era muy blanco, alto, delgado y un tanto desgarbado. Su indumentaria incluía chaleco y cuello de pajarita. Se tocaba la calva venerable con sombrero blanco, la caña de su calzado le subía hasta un palmo más arriba de los tobillos y portaba un fino bastón. A su paso, todos los transeúntes le cedían la acera y le saludaban con afectuoso respeto. Era un homenaje al médico filántropo y al “Príncipe de las letras guayanesas”.
            Lamentablemente, la que iba a ser su casa se encuentra hoy en el más completo deterioro,  a pesar de la intensa labor que desarrolló el doctor Agosto Méndez en beneficio del pueblo guayanés. Sin duda dejó una herencia cultural sólida que se tradujo en 12 poemarios y 17 libros en prosa, pero lo más importante fue su ejemplo como profesional, servidor público y ciudadano digno. Entre sus obras figuran: Guayanesas, Siluetas Literarias, Canción de otoño, Poemas libres, Perfiles Médicos (dos tomos), Evolución de la medicina en Guayana, Letras vernáculas, Horas de un Médico y Sinfonías patriotas.

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