viernes, 21 de julio de 2023

FRANCISCO ARÉVALO

Correo del Caroní. Entrevista del domingo 14 de marzo de 1999 Francisco Arévalo renuncia a la poesía * Ahora el galardonado poeta de San Félix incursiona en la narrativa, con buen pie, pues acaba de ganar el primer premio de Fundarte con la novela La esquizofrenia de las golondrinas y amenaza con Adiós a Matanzas en invierno Américo Fernández Francisco Arévalo, poeta ga¬lardonado, ya con seis publi¬caciones, entre ellas dos que considera fundamentales: Na¬die me reina en estos parajes de hormigón y Textos para in¬somnes, ha decidido sorpresi¬vamente renunciar a la poesía. Creo que ya no voy a seguir escribiendo poesía. Te lo con¬fieso. Es una primicia. La poe¬sía necesita mucha altura, la poesía implica capacidad para expresar el universo con po¬cas palabras y yo, francamen¬te, no puedo. En mis seis poemarios he hecho el intento y no he podido. Cuesta mucho aceptar que se perdió una batalla, pero no queda más remedio. ¿Quién lo decide? Yo, por supuesto. Entonces ¿No crees en los Jurados? -Mira, Américo, quiero no se entienda esto como una huída, sino que creo profundamente que este es un país de poetas donde no quepo yo. -Una actitud derrotista? -De ninguna manera. Es más bien una actitud objetiva ante la vida. Aquí hay muchos poe¬tas que no son poetas, poetas de laboratorio, sí, todavía a esta altura final del siglo vein¬te. Pues bien, la poesía es un asunto peligroso, tan peligro¬so que si se vive en las dimen¬siones de ella uno termina loco. Entonces ¿Ese es el proble¬ma? El problema conmigo no es que yo le tenga temor a la po¬esía. En absoluto, sino que he encontrado una manera cómo¬da de decirle al mundo que no sirve para un carrizo. ¿Una manera cómoda? ¿La narrativa acaso? Me encontré con un amigo en Caracas y me dijo: "Yo es¬toy escribiendo narrativa, algo que tú no puedes hacer". ¿Se¬guro, Carlos? Llegué a El Ti¬gre y comencé a escribir, a es¬cribir, a escribir, hasta que la madre de mis hijos exclamó en tono de reproche: "¡Hasta cuándo tienes que escribir!". Le respondí: "Manda a pasar esos textos" y Coro (profesora Coromoto Gil), mi mujer, se caló toda aquella copiosa monserga y me dijo: "Pero, cada uno de estos textos están concatenados y todos tienen relación. ¡Esto es una novela" y ensambló y ordenó todas aquellas 278 páginas. ¿Qué nombre le pusiste? La esquizofrenia de las go¬londrinas. ¿Qué tiene que ver ese voca¬blo propio de la psiquiatría con las golondrinas, o, es figu¬rado? -Me estás preguntando algo que... Bueno, cuando tú llegas a Coche y te encuentras con aquellos caparazones sin poder hacer nada sino refugiarte en tu casa ¿Qué pasa? -¿Qué pasa? -tienes que estar al tanto que hay una cosmogonía que se está muriendo. -Naturalmente es como para desquiciarse, pero ¡Por qué no me echas el cuento? LA-ESQUIZOFRENIA DE LAS GOLONDRINAS Cuando estaba pequeño, yo tenía un farallón grandísimo donde me masturbaba con mis amigos y eso era una gran gra¬cia, pero llegó un día en que ya no podíamos hacerlo por¬que las golondrinas se volvie¬ron locas, chocaban contra los muros, contra nosotros -¡Terrible!! -Sí. Las recogíamos muertas y ese día yo intenté compren¬der por qué las golondrinas no me entendían, pero al final me di cuenta: no era que esos pá-jaros de cola ahorquillada no me entendían sino que una planta industrial no entendía que las golondrinas necesitan de un ambiente puro para vo¬lar y fabricar sus nidos. ¿Y entonces esa novela ga¬nó un premio? Un amigo tomó esos pape¬les y los mandó al concurso de narrativa de Fundarte en Cara¬cas y obtuvo el primer premio. ¿En qué consiste el premio? Medio millón de bolívares y la publicación de la obra. -¡Qué bueno! No es que sea bueno es que eso no es nada en compara¬ción con lo que uno quiere. -Y ¿Qué es lo que quieres? -Todavía no lo he conseguido. -¿Qué es lo que no has con¬seguido? -Bueno, yo creo que hay unas vainas hermosísimas en el río. No hemos construido la novela que asuma ese río que nos desborda que nos ahoga y que nos ilusiona. -La gente vive de espaldas al río. No lo entiende. -Yo te entiendo poeta. Lo que pasa conmigo es que hay dos contextualidades. Es¬ta Ciudad Bolívar que amo profundamente y Ciudad Gua¬yana. -¿Por qué Ciudad Bolívar si naciste en San Félix y vives más tiempo en El Tigre? Ciudad Bolívar tiene sus ca¬lles, sus muros, sus ventanas, sus azoteas desde donde ob¬servar amablemente, hermo¬samente, al río. Siempre he dado gracias a Dios porque nunca me ha dejado vivir en esta hermosa ciudad, pues cada vez que vengo me lastimo profundamente y me acuerdo de ti, del poeta mayor Abra¬ham Salum Bitar, de Teresa Coraspe, de Pedro Osty, de Néstor Rojas y de ese poeta muerto en mala hora, José Eu¬genio Sánchez Negrón.... y mientas yo al trasegar cerveza, tú escribes un reportaje que sabes hacer perfectamente... quizás estoy desvariando, her¬mano. Y tú, Américo, ¿Has escrito sobre el río? Si no lo has hecho, con todo el respe¬to que me mereces, tú eres un pendejo. -No he escrito poesía ni otro tipo de literatura estética, sino so¬bre la importancia que tiene y ha tenido el río a través de su historia en el desarrollo de los pueblos de Guayana. -Mira, yo quiero hacer un tour por el río y que me acompañes de repente tú, pero hay que joderse porque no es nada fácil navegar el río desde el estuario hasta más allá de los raudales. -Está bien Poeta que navegues, pero no te escolles en los radales, mejor dime ¿cómo te sientes con ese premio importante de Fundarte? -Yo nunca pretendí ser famoso, aunque no lo soy, -¿Qué es para ti la fama? -Un enemigo. -¿Por qué? -Coño, porque te conoce to¬do el mundo, pana, y no voy a poder echarme un palo en el bar de la esquina. Yo quiero pasar desapercibido. Quiero pertenecer a ese mundo de la incógnita del silencio. ADIOS-A MATANZAS-EN INVIERNO Me dijiste que de ahora en adelante nada con la poesía si¬no con la narrativa. Bien, des¬pués de las golondrinas ¿Qué viene? - Adiós a Matanzas en invier¬no. - Bello nombre, por supuesto, una novela ambientada en la Región Guayana. - A mi no me preocupa mucho la regionalización. Yo no creo en esa vaina, creo que hay ciu¬dad parecida donde vivo. En todas partes hay una ciudad parecida a otra porque de to¬das maneras es un lenguaje común. Esto es todo, si no lo logré, mala leche. ¿Qué piensas hacer con ella, seguir el camino de Milagros Mata Gil, adicta a los concur¬sos? No chico. Yo soy un carajo tan tímido y marginado de las roscas literarias de este país, que creo la voy a dejar allí y corregirla cada vez que vaya al baño. ¿Qué quieres decir? -Que el mundo literario está muy prostituido. Yo realmente no sé qué va a pasar con esa novela que terminé hoy cuando he venid con una cerveza en la mano a darte el saludo de Año Nuevo. -Adiós a Matanzas es definitivamente el nombre. -Si no te gusta el nombre lo puedes cambiar. -De ninguna manera, tú eres el padre de la criatura. -Pero tiene derecho porque eres de la familia. -Y ¿Quién te guía en este ca¬mino de la narrativa? Bueno, lo pregunto porque siempre hay una estrella que nos guía. -Dos estrellas, Ernesto: He¬mingway y Sábato. -Por cierto que a Hemingway le gustaban los toros muy a disgusto de la Sociedad Pro¬tectora de animales y aves co¬mo las golondrinas. -Yo creo que hay que perdo¬nar sus corridas de toros y reconocerle la belleza perio¬dística del lenguaje. -¿Y Sábato? -Creo que Sábato es el escri¬tor más brillante que ha parido este siglo, indudablemente, y quien no quiera asumirlo es un imbécil... pero eso de que la razón no sirve para la exis¬tencia, búsquele la vuelta, amigo, porque no hay. La in¬teligencia no sirve para nada. Yo te lo pregunto a ti, ahora. ¿Para qué sirve la inteligen¬cia? - Yo te diría la misma res¬puesta que una vez me dio un profesor de filosofía: "La ca¬pacidad que tiene el hombre para resolver los problemas". -¿Cuáles problemas? -Supongo que desde el más existencial hasta el más uni¬versal. -Lo existencial, ¡la existen¬cia! La existencia no sirve si¬no para torturarte, mientras más inteligente soy, más des¬graciado soy. DE GALICIA LLEGA UNA HERENCIA -Nos estamos metiendo en profundidades y las cuartillas no me alcanzan ¿Por qué, para cerrar, no hablamos de tu existencia entre Ciudad Guayana y el Tigre? -¿Entre Galicia y Ciudad Guayana querrás decir? -A propósito de Galicia, Abraham Saloum me dijo que andabas por esa provincia de la Coruña tomando posesión de una herencia. Entonces, ¿eres rico? -Soy rico y no soy rico. Tengo tierras, tengo apartamento y en conclusión no tengo nada porque la mitad se lo traga el impuesto. -¿De quién heredaste? - De mi padre homólogo Francisco Arévalo, casado con mi madre Carmen Rodrí¬guez, de Ciudad Bolívar. Lle¬gó de Galicia a los 19 años cuando Puerto Ordaz estaba en formación. De manera que él fue pionero de esa ciudad y allí falleció a la edad de 27 años en 1959. -¿En el año en que naciste? -Exactamente, nací en San • Félix en 1959. ¿Y vives allá? -Vivo en Unare Uno, en un rancho con aire acondiciona¬do. -¿En un rancho? -Bueno, en un trailer. POETAS, NARRADORES Y ENSAYISTAS Dime, una cosa, quiénes de los activos crees tú son los po¬etas fundamentales de Guaya¬na. Yo creo en Mimina Rodrí¬guez Lezama y en Teresa Co¬raspe como poetas fundamen¬tales dentro del contexto de la literatura guayanesa y des-pués, si nos bajamos, de pri¬mero está Abraham Salum a pesar de que sea un hol¬gazán para escribir. Tengo que hablar de Pedro Suárez, de Pe¬dro Osty, de Néstor Rojas, bueno... ¿Quién más? Y en la narrativa ¿Milagros, por supuesto? -¿Te gusta Milagros? -Sí, como no, Milagros. Sí, Milagros, ¿Quién más? Ah, bueno, mi amigo René Silva Idrogo que no se ha decidido. -¿Cómo es eso que no se ha decidido? - Coño, chico, porque me sale con unos adefesios de intentos de novela... sabes que con Re¬né me pasa una vaina muy in¬teresante, René empezó a no-velar muy bien, pero des¬pués... ¿Se cayó? - Espero que se recupere, que se discipline. ¿Y Carlos Giusti? A Carlito yo lo conozco mu¬chísimo, pero él no es narra¬dor, él es ensayista. Creo que el único ensayista que existe por estos predios. Profundo, urticante, jodedor. - Ludovico decía que el poeta o, mejor el literato, para ser creador tiene que enfrentarse a la muerte porque ésta es co¬mo una especie de sirena que lo llama constantemente. ¿Te ocurre eso? -Eso es verdad. A mí siempre me ha merodeado el fantasma del suicidio. -¿Por eso casi siempre andas con un pote en la mano? -No puedo esconder que ten¬ga una afición alcohólica, pero ésta no tiene nada que ver con lo que escribo. Yo escribo conscientemente. Hasta aquí la entrevista im¬provisada con un poeta y na¬rrador que como Omar Khay¬yan elogia al vino pero no se amarra a él en el momento de escribir. Nota: Este reportaje fue es¬crito en los primeros días de enero, pero no lo había publi¬cado por carecer de una foto¬grafía. Al fin me la facilitó Riolama, amiga del poeta.

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