Pintura de su esposo Gabriel Bracho
VELIA BOSCH ESCRIBE SU PRIMERA NOVELA
* La más guayanesa de las
caraqueñas,
Velia Bosch, a los 63 años cumplidos el
23 de mayo continúa trabajando su obra
literaria, que ya es extensa, no obstante la
muerte de su esposo el muralista Gabriel
Bracho
Velia Bosch, a los 63 años cumplidos el
23 de mayo continúa trabajando su obra
literaria, que ya es extensa, no obstante la
muerte de su esposo el muralista Gabriel
Bracho
Américo Fernández
Cuando los caminos eran difíciles y las distancias angustiosas, Teresa de la Parra, vino a Ciudad
Bolívar a recibir el premio especial de los Segundos Juegos Florales, por su cuento La Mamá X que
posteriormente incluiría en su
conocida novela Ifigenia. Era febrero de 1923 y Velia Bosch que nació el mismo año (1936) de la muerte de la
escritora pudo, sin embargo, compenetrarse con su obra y relatar toda su
existencia.
Velia Bosch siguió exhaustivamente la huella de esta
insigne venezolana nacida en París y fallecida en Madrid, hasta el punto de erigirse en catedrática de su obra. Pocos
han escrito e investigado con tanta pasión sobre Ana Teresa Parra Sanojo, la
ilustre escritora hispanoamericana,
atrapada por el flagelo de la tuberculosis para entonces incurable, pero que
nunca le quitó las ganas de vivir y escribir.
Con ojo crítico siguió su huella durante casi dos
decenios sin descuidar otras obligaciones literarias que se impuso desde su
primer libro de poesía, Arrunango, síntesis poética de sus vivencias en
Guayana. La Guayana de su infancia y albores juveniles, la plaza, los juegos,
los pregones, las vendedoras de turrones, en fin todas esas cosas tiernas y simples que en la Ciudad Bolívar de no ha mucho
llenaban los ojos y la vida de una niña. De una niña que nació por
circunstancias imprevistas en la Caracas que transitaba de la dictadura
gomecista hacia un status más tolerante por la vía de López Contreras. En esa
Caracas, todavía de los techos rojos, había nacido también por aquellos
tiempos el poeta José Sánchez Negrón, quien como ella, nunca se sintió alejado
de la profundidad del Orinoco.
"Yo siempre digo como Manuel Alfredo Rodríguez,
que guayanés es aquel que tiene más de siete generaciones enterradas en suelo bolivarense y es mi caso" me comentó en cierta ocasión en la casa del doctor
Elías Inaty, donde se hospedaba cada vez que venía a Ciudad Bolívar en compañía de su esposo, el extinto
muralista mara-cucho, Gabriel Bracho. Y es cierto, los ascendientes de
Velia, por vía materna, incluyendo a su madre América Román Bello y más atrás, al general Asciclo Román Bello, de las
guerras caudillescas de principios de siglo y Tomás Antonio Bello, muerto en el
segundo asalto al Correo del Oro, nacieron y fueron enterrados en tierra
bolivarense. Ella, en cambio, no tuvo la suerte de nacer en Ciudad Bolívar sino
en Caracas, frente al Panteón Nacional. Por
eso suele decir que es la más guayanesa de las caraqueñas. Su padre, a quien nunca conoció y de quien lleva el
apellido Bosch, era cubano de origen catalán y pertenecía a la Legión
del Caribe.
ESTUDIANTE DE LA RESISTENCIA
Una niña que nunca conoció a su padre pudo, sin embargo, verlo o
encontrarlo muchas veces en el rielar de las aguas del río al cual se asomaba
por las tardes o de madrugada con el alba de
colores, desde alguna parte o desde la Laja de la Zapoara. Porque a ella la trajeron a Ciudad Bolívar cuando
apenas tenía quince meses de edad.
Aquí estudió toda la primaria y los tres primeros años del bachillerato en la
casa donde se reunió el Congreso de
Angostura. El resto de la secundaria
lo cursó en el Liceo Fermín Toro, donde también dio pininos en la lucha soterrada
que se libraba contra el perezjimenismo.
Su madre América Román Bello no era extraña a esa
inquietud, pues ella se contaba entre las fundadoras de Acción Democrática
junto con su sobrino David Morales Bello y Leonardo Ruiz Pineda. Su casa, por lo
tanto, era vigilada y en tres ocasiones fue detenida por la Seguridad
Nacional.
Estudió Derecho en la vieja
Universidad Central de San Francisco,
carrera que interrumpió para casarse con el pintor Gabriel Bracho. Optó
después por estudiar Letras, pero cerraron la universidad, expulsaron a su
marido por comunista y no le quedó más alternativa que seguirlo al exilio, a
México, hasta la caída de la dictadura cuando regresó a Caracas y se graduó. Su
título lo recibió de manos de Rómulo Betancourt, invitado de honor a la graduación.
CIUDAD BOLÍVAR DE SU JUVENTUD
La Ciudad Bolívar de
su juventud era por puritana realmente hermosa y severa. Colegios de niñas y varones.
Apenas uno mixto que dirigía Anita Ramírez, empero todos consustanciales con
una excelente cultura humanística. En la escuela de hembras donde estudió
llegó a presidir el Centro Cultural Rufino Blanco Fombona mientras Luis García
Morales lo era del Colegio de Varones.
Para mí fue de una enseñanza
valiosa los carnavales, el teatro popular de calle, los juegos tradicionales.
Yo vivía frente a la Plaza Miranda donde semanalmente había retreta los jueves
y los domingos en el Paseo Falcón. El cuartel estaba entonces en el Capitolio
que después pasó a ser sede de la Prefectura
y la Policía. El paseo que perdió su antiguo rostro, era el lugar
donde convergía la ciudad especialmente el domingo de retreta para tertuliar y
encontrarse con las amistades. También lo era la Laja de la Sapoara, hoy
sepultada por el concreto armado. Allí el poeta Luis García Morales me
recitaba sus poemas y sosteníamos una especie de tertulia mínima en torno a lo literario. Yo cantaba en el coro de la
Catedral como muchas otras muchachas y asimismo en un Orfeón extraordinario dirigido por el profesor Fitzi
Miranda.
TRES GRANDES PASIONES
He sido una mujer que he podido paralelamente
desarrollarme como intelectual, escritora e investigadora en torno a tres grandes pasiones: la literatura
infantil, el estudio de Teresa de la Parra y la poesía. Además, una mujer dedicada a mi hogar y la familia que es lo
fundamental.
En mi realización como mujer
e intelectual siempre conté con el respaldo de mi marido en forma total, pese
a que su trabajo de muralista era intenso y
comprometido. Era él un pintor de obras monumentales, muy realista a la
memoria de Sequeiros de quien fue alumno
muy influenciado por éste y la pintura mexicana.
LO QUE HACE Y LO QUE HA
HECHO
Después que me gradué
de licenciada en Letras, me dediqué a la docencia durante doce años y
luego de lleno a la
crítica.
En
1959, la Casa de la Cultura del Ecuador publicó mi libro “Dame una rosa
pura. Luego siguieron Arrunango,
A los
cinco grados, Las Palabras y las sombras, A los cinco grados de latitud,
Antoogía del Lago, Gente del Orinoc. Realicé un trabajo pata la Academia Nacional
de la Historia sobre la Revista Bolívar,
de la que se publicaron 14
números para España. Esta pobre lengua viva, relectura de la obra de Teresa de la Parra que mereció menciones del Premio Municipal de Literatura de Caracas y Bienal de Literatura José Rafael
Pocaterra de Valencia. Por encargo
de Monte Ávila escribí después Teresa de la Parra ante la
crítica, libro editado en 1982 que recoge textos de diferentes autores.
La Biblioteca Ayacucho me
solicitó un trabajo sobre las obras completas de Teresa de la Parra no obstante
existir uno con ese título. Pero, evidentemente, se demandaba un trabajo más
amplio y exhaustivo. Creo haberlo logrado tras década y media de investigación
a fondo, de rescate de su obra inédita, de
búsqueda de documentos desconocidos, de asedio a la gente que conoció y
sostuvo comunicación con ella, sondeando orígenes de su extraordinaria
psicología, de su extraordinaria manera de
ser como mujer. Pude localizar su diario, cuentos inéditos que publiqué
en 1963 y varios tex tos inéditos de Arturo
Uslar Pietri y Juan Liscano, en Venezuela,
y de Ismael Enrique Arciniegas, en Colomhia. La misma Biblioteca Ayacucho me pidió después que hiciera un
trabajo sobre la iconografía de su largo itinerario ante el fotógrafo, que me
sirvió después para otro trabajo realizado
por encargo de la Biblioteca Nacional de Venezuela. Esta me propuso ante la
Unesco y la Universidad de París para una edición crítica que me llevó tres años. Este libro con 36 fotografías y una
cronología del suceso histórico de la época de Teresa de la Parra, fue presentado en Roma. Es una obra para
especialistas hacia donde generalmente está orientado el trabajo editorial de la Unesco.
LOS RESTOS DE TERESA
Los restos de Teresa de la Parra que se
hallaban en el Cementerio General del Sur
desde 1947 y que fueron trasladados desde Francia, se encuentran ahora
en el Panteón Nacional gracias a un
movimiento de opinión de
intelectuales impulsado por la propia Velia Bosch.
E1 acto
de traslado se cumplió el 7 de noviembre de 1989 tras acuerdo del Senado y
decreto del presidente de la República, Carlos Andrés Pérez. Ahora
son tres las mujeres
venezolanas en el Panteón Nacional: Luisa Cáceres
de Arismendi, la del heroico sacrificio; Teresa Carreño, ilustre por su virtuosismo musical, y
Teresa de la Parra, autora de Ifigenia
y Memorias de Mama Blanca. Tocó
a Velia Bosch pronunciar el discurso de orden en el Panteón Nacional y
en tan solemne ocasión decir: -"Una razón de poesía me acompaña hoy al
pronunciar, si no una oración, al menos un canto, porque han sido tantas las
vías que me han conducido al mismo sitio de la
escritura y vividura de Teresa de la Parra que he sentido el horror de
ver desaparecer las palabras ante esta tangible
ceremonia, por solemne, estremecedora. Restos que hace más de medio
siglo abandonaron el viento helado de las
cumbres suizas y la despiadada soledad de la Sierra de Guaderrama por
donde vagaron sus palabras de ausencia,
restos que hace justamente 53 años y 6 meses saciaron su apetito de tierra,
se presentan ante nosotros ¿Desde cuando las enredaderas bajas que anidan las
tumbas y los yerbajos que hacen brotar las lluvias mañaneras en Tierra de Jugo sólo dejan escuchar las notas
graves de los oboes?
SU PRIMERA NOVELA
No obstante la depresión sufrida por la muerte
del pintor Gabriel Bracho, Velia Bosch no ha dejado de escribir. Tiene en preparación un libro de poesía que
circulará con el titulo de Guárdalos
tú como eran, un ensayo de literatura infantil y experiencias
recreativas, el cual ya tiene nombre: Viaje
a bordo de la imaginación; un epistolario
inédito de Teresa de la Parra (Cartas de amor y desamor) y ahora nos ha transmitido desde Estados Unidos, donde se halla
visitando a la Nena, hija desposada con un
hijo del Dr. Elías Ynaty, que está a punto de salir su primera novela,
tal vez para coronar sus pasiones.
La novela “Me querían mansa”,
está ambientada en Ciudad Bolívar y
actualmente está en proceso de lectura por los interesados en
publicarla: Monte Ávila juntamente con la Secretaría de Cultura de la
Gobernación del estado Zulia.
La
obra de Velia Bosch ha sido comentada por críticos venezolanos y extranjeros: Benjamín Carrión
(ecuatoriano), Raúl Bueno Chávez (peruano), Rosario Hiriart (cubana), Jacques
Josset (belga), Efraín Subero, Augusto Germán Orihuela, José Ramón Medina,
Pascual Venegas Filardo, Helena Sassone, Roberto José Lovera, Alexis Márquez
Rodríguez, entre otros.
MINUTO INAPELABLE
Rompen a llorar los corderos del viento
Mi Madre es una garza que les canta
Al infinito a la ausencia y
a la nada
Todo
oscurece de espesura
Y es fuego sobre fuego el trueno abierto
Y es fuego sobre fuego el trueno abierto
Chorros de otro cielo
Arrastran ciruelas y ponsigués poridos
Arrastran ciruelas y ponsigués poridos
¡Oh aroma de sus dedos
Mójame ahora lluvia ¿Quién
puede Apacentar
los corderos del viento?
Dejó su cruz de palma
Sosegadora
de tormentas
Nostalgia y duermevela
Todos sus fantasmas morirán de igual miedo
Fanal de su memoria consumido
Minuto inapelable
Minuto inapelable
(De
su libro Angeles y ceremonias publicado en 1983)
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