sábado, 9 de enero de 2010

VÍCTOR MEDINA Volador centurionero



Ese paseo araucano viernes, las manos de Victoria ayudaban a la joven Rita bonita en la tarea maternal de bañar al primogénito, hace tres días, recién nacido. Ese bendito martes, al filo del alboreo, frío y piedra armonizaban jolgorios. Cuitas abajo, aplausos arriba, Orinoco en veranos. Abril en quincena. La novia del hijo de Parima, princesa de la piedra buena, hermana morichalera. Ciudad Bolívar luminosa.

Paráclito envolvente. Energía cósmica divina inyectada por bregma. Amén. Ciudad provinciana, amistosa, cultísima y enorme en aquel 47.

Entre Rita, Victoria y Yuya estiraba su infancia. Varillas de coco, cautaro, hilo Elefante, papel de bambalinas, retazos de tela y pabilo.

Entre el padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Padre, Niño y Adulto. Autoridad, Inocencia y Equilibrio. Tres forjadoras de vida y luz. Constructoras del Voladorcenturionero.

Dale, dale hilo. Raro un volador sin Gillette en el rabo. Víctor soñador y ser inútil para causar daños. Ajeno a la estupidez.

Así, fué encampanando la cuerda locura. Dale cuerda al volantín.

Miradas de madres abajo. Mirada de Padre arriba.

Entonces, el volador centurionero supo de cielos, nubes y eternidades.

Su condición multicolor, su aura impresionante y armónica, lo plasmó de polifacetismos. Hijo de Guayana, por lo físico y lo etérico. Hijo del con¬tinente autóctono, por lo astral y del universo, por lo mental.

Una de mil tareas. La de escribir.

Desde niño escribe. Desde niño

balbucea poemas y locuras racionales.

Desde niño tiene canas. Desde niño es médico y cantor. Desde niño es soñador y pintor. Asunto increíble constatar su niñez cuarentona de hoy. Eternamente infante. Sigue volando, cometa polvo estrellado, sigue echando pabilo, amor.

La tarea de escribir es misional, sublime. Escribe con ternura y aliento de selva. Orquídeas y reinitas retozan en su alma.

Decirle escritor es una alegoría del sembrador de amor. Una honrosa etiqueta vital. Hombre de mil etiquetas medianas. Una sola grande: Hermano. Le mencionan como poeta, juglar, cantor, filósofo, pintor, dibujante, caricaturista, doctor, mi loco, volador...Tantos remoquetes y una sola vida. Articulista, creativo, prolonguista, presentador, improvisador cuentista. Definitivamente todero. Polifacetismo. No es culpable. Acuso a la gloria.

Dos libritos; El fin está cerca y Al borde de la locura.

Una gran par te del último murío, cual condenado francés, en la guillotina del desdén. Dolor y perdón.

Ahora, nuevamente a la cuna. Otra vez el volador amarra su cordel en la Cruz del Centurión. El río gozando su parte, inundador de lagunas y corazones, pariador de sapoa ras, bautista de poetas, creador de armonías, corredor de ternuras, pintor de amaneceres excelsos. Orinoco amigo consejero.

Escritos con altura en el tablón bol i varense, compromiso ineludible del volador con su varilla izquierda inferior en su distal segmento, allí está la cromosómica información divina de las letras.

Escritor a ráfagas, por pálpitos, por ganas consigo, por orden elevada.

Escribe para su corazón. El suyo, lector. Sin usted, no hay escritor.

Para que el amor escrito alcance su bella razón de ser es menester contar con sus ojos, esos ventanales maravillosos que conectan con la computadora neuronal e infinita. El dar, en tal

caso, requiere simbiosis con el deseo de recibir. Escritor por tí, caramba.

Ser escritor ahora implica la aventura más aventurada. No hay lectores prestos a darle vida a los escritores. Angustia por florecer, el terreno árido y desconcertante.

Dale, dale cabuya a ese volador.

No taratatees, papagayo. No zigzaguees desesperanzado. Allá brilla, arriba de la Laguna del Porvenir, una esplendente aurora. La luz de la nueva historia por venir.

La promesa del más grande escritor de todos. Uno que jamás tuvopluma en mano, ni papel, ni tinta. Es¬cribió y escribe con su Verbo. Otros redactaron sus cuartillas, apóstoles de la luz y los mensajes.

Por su mediación, escritor me reconozco. Me planto ante la mediocridad y grito mi corazón amoroso y solar. Soy lo que soy por tí, hermano.

Escribir es vivir arriba, leer es vivir más arriba aún.

Viva mi polifacetismo redentor porque me ha dado la belleza de compartir contigo un trozo de existencia. Por tí, lector querido, soy. Te amo.

Ahora, Victor debe cerrar este trozo porque ha de cumplir con otra de las benditas facetas vitales. No sé cual. El camino signa la tarea. Una mujer, tres hijos, millones de hermanos: Mi mejor obra literaria.

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